viernes, 12 de septiembre de 2008

Bandera

Las banderas sobre los techos de la periferia flamean timidamente, movidas por un aire tibio de melancolía, se recuerdan aquellos tiempos en que aun existía al menos un poco de confianza en las tantas promesas que abundaban, que hasta hoy se expanden como la maleza sobre sobre las verdes flores, matándolas, absorviendo cada gramo de vida... quieren sentirse parte de un país, con las fuerzas desgastadas luchan en sus sueños por el derecho que le han quitado los que tienen el poder, exigen ya sin fuerzas las riquezas que les dijeron que les llegaría por chorreo y de la cual no se han dejado caer ni gotas sobre sus trizadas manos. El estriado destino que han de cumplir tan miserables almas, que no por propia culpa si no por egoísmo ajenos han de condenar su vida a la miseria y a la voz ahogada en la garganta, los harán sentir un poco mejor haciéndoles creer que pueden participar, es un silencio disfrazado de derecho a voto. De que sirven las limosnas cuando el orgullo lo han aplastado con un fino zapato de cuero, pero por mas que lo quieran eliminar, seguirá nuestro espíritu de lucha, el cual disfrazan de violencia y tratan derribarlo a palos y disparos. Pueden estar con sus bolsillos llenos de corrupción, pero así también seguirán temiendo cada 11 de septiembre, cada día del joven combatiente, seguiran temiendo la revolución que se ira levantando poco a poco, como el despertar de un gigante.

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